Titulo Original: Mirrors
Pais: Estados Unidos:
Genero: Terror
Duracion: 1 hr 50 min.
Director: Alexandre Aja
Guion: Alexandre Aja y Grégory Levasseur
Interpretes: Kiefer Shuterland, Paula Patton, Ezra Buzzington, Erica Gluck, Cameron Boyce
Productores: Kiefer Shuterland, Andrew Hong, Marc S. Fischer
Distribuidora: 20th Century Fox
Música: Javier Navarrete
fotografia: Maxime Alexandre
Fecha de estreno: 3 de Octubre.
Sintesis:
En ‘Mirrors’ Sutherland es un guarda de seguridad que se verá envuelto en misteriosas muertes que tiene que ver con los espejos de una gran tienda, los cuales parece sacar del ser humano lo peor de él.
Critica y comentarios personales:
Desde hace siglos, los espejos han sido considerados la puerta al mundo de los espíritus, reverenciados y temidos por parte de las más diversas culturas, el folklore popular se ha encargado de asignarles un papel de diferenciador moral con respecto a la persona que en ellos se refleja, alimentando su alma o torturándola si aquellos secretos escondidos condenaban al reflejado a ser castigado. De manera inconstante, "Reflejos" toma prestada aquella máxima de algunas culturas según la cual el fallecimiento de un ser humano podría llevar su atormentada alma al interior de esas ventanas con destino al inframundo.
Lo hace además con una mayor insistencia en el aspecto sobrenatural que su homónima surcoreana, intentando buscar caminos alternativos para validar un remake que se antojaba con posibilidades de superar sin grandes esfuerzos la ligereza del filme homenajeado (pese a su corrección, "Into the mirror" de Kim Sung-Ho se trataba de una historia sin nada que ofrecer al trillado género del terror asiático de nueva ola). Lástima que Alexandre Aja se haya tomado la oportunidad de manera literal a lo que se presuponía, un producto de encargo sin atisbos de personalidad.
La historia de una maldición que pesa en un viejo edificio, antaño un hospital de cuestionables métodos (primer tópico ya desde sus inicios), y como se transmite a todo aquel que se acerque a los espejos que alberga su interior, acaba por evidenciar de manera extasiante tanto la escasez de ideas y reformulaciones que necesita de manera urgente el género de terror, como la pulcritud formal de los cineastas reclutados desde la vieja Europa al territorio norteamericano.
Es evidente que Alexandre Aja es un director con un talento innato para la creación de atmósferas tensionadas y nerviosas, dejando claro que algo se cuece a nivel formal dentro del cine francés, mediante una serie de cineastas que recuperan en cierta manera la apuesta seca y directa del cine de género en décadas pasadas, alimentando el aspecto formal hasta el límite con una creación de atmósferas realmente perturbadora (Christopher Gans, Fabrice du Welz, Pascal Laugier, Alexandre Bustilo & Julien Maury o Xavier Gens dan buena fe de ello). También es evidente que el reclutamiento por parte del cine hollywoodiense de todos estos talentos supondrá una variación de formas y puede que resultados, esperando en el mejor de los casos, que el cambio no afecte a sus posicionamientos, y sobretodo, los desenlaces.
En "Reflejos", Aja demuestra que los pesimistas con respecto a esta idea, tendrán un caldo de cultivo considerable, teniendo en cuenta que su estilo se encuentra adocenado por una tendencia a la creación de conflictos personales de manera previsible y distante. Durante su predecible planteamiento inicial, el filme se encarga de fusilar sin ningún tipo de pesadumbre la retahíla de tópicos que forman el catecismo indisoluble del nuevo cine de terror norteameriano, acudiendo al conflicto personal provocado por un suceso trágico, la separación de los seres queridos y en el fondo, la misma historia de siempre con diferente envoltorio (puertas que se abren solas, reflejos en el espejo mostrados de manera efectista a través de un montaje sincopado, voces de ultratumba que perturban solo en el momento que conviene para hacer avanzar la narración de forma forzada, etc).
Su evidencia de producto de encargo, provoca las mismas dudas de credibilidad que los personajes, remarcados y subrayados por una tendencia al esquematismo propio de filmes todavía peores que éste (el recurso de no creer por parte de nadie la versión del personaje principal, digámoslo claro, ya provoca desidia nada más verlo), demostrando que entre tanto susto fácil y vacuos intentos por parte de sus intérpretes de dignificar su caracterización (que frustrante debe ser para un actor forzar la máquina y ver estos resultados), ni el más curtido y preparado de los cineastas de género podría salir vivo de semejante envite.
Es cierto que durante el tramo final de su nudo de la acción, y justo antes del presumible desenlace, Aja nos ofrece la mejor ficción de todo el filme, aquella que acontece mientras su personaje principal (un esforzado Kiefer Sutherland que se convierte en el punto principal de apoyo de toda la narración teniendo en cuenta el retrato desdibujado de todo el resto del reparto, meras comparsas sin nada que aportar más que orbitar alrededor del atribulado actor), va en busca de la verdad sobre lo sucedido decenios atrás con las investigaciones de un mad doctor cualquiera. En ese tramo, su director se desmelena por momentos ofreciéndonos aquel estilo propio que le ha hecho ganar adeptos allende sus fronteras, una visión enfermiza, sucia y climática de las convenciones que sustentan el género.
Una pena que dure tampoco, y una sensación de dejadez la que vuelve a apoderarse del espectador al presenciar el tramo final, que de tanto abusar del lugar común (aunque quizás se le deba reconocer que el defecto proviene del filme original, ya muy proclive a explotar la iconografía común del actual cine de terror asiático), acaba por convertir el filme en una historia prescindible e impropia de un cineasta como Aja, que pese a demostrar solvencia en su puesta en escena (gracias a ello, el filme contiene ciertos pasajes perturbadores y la mar de interesantes), no puede evitar caer en la decepción de la ocasión fallida para reflotar, y validar, el remake como opción de futuro dentro del género.
Esa correcta labor de dirección no consigue sortear una narración que transcurre a caballo entre el tono efectista y la previsibilidad de sus postulados, en un marco que de tan conocido resulta cansino y poco perturbador. Solo cabe esperar que este bache no suponga un punto y seguido en la carrera de Aja, y que tanto cristal roto no cumpla aquel dicho de poseer siete años de mala suerte, ya que cineastas como Alexandre Aja son necesarios (en libertad) mucho antes para reflotar el género.
La calificacion:
Trailer:
sencillamente... Pablo