Hace dos años tuve la grata sorpresa de conocer el cine expresionista alemán. Un movimiento perteneciente a las llamadas vanguardias que surgieron cerca de la década de 1920 como respuesta al clásico modelo de Griffith. Este movimiento, aunque el gran Frizt Lang, reniegue de no pertenecer a ninguna corriente, mantuvo en sus filmes varias características estéticas y temáticas en común. Que más adelante evaluare en otro informe. Fue un movimiento maravilloso, de una madurez impresionante que se adelanto en su temática y en su profundidad a mucho cine por venir.
El gran cineasta Chaplin dijo que el cine mudo ya había alcanzado la madurez narrativa y que el sonido no le aportaba nada al cine. Y lo cierto es que salvo alguna que otro avance en cuanto a la edición y en cuanto, alguna que otra vuelta de guión, el cine expresionista alemán era perfecto. Narrativamente, en la perfección de sus producciones, en su forma de narrar, en su temática, en su puesta en escena y en su maravillosa iluminación sentaron las bases de mucho cine por venir.
En los policiales negros, en el terror en la ciencia ficción y en infinidad de filmes se encuentran huellas de estos genios alemanes. Por eso todos estos detalles los evaluare en un futuro informe a la luz del análisis de un par de filmes de dicho periodo y de material bibliográfico como el libro de krakauer en donde ase un profundo análisis de la filmografía alemana de ese período y de la psicología del pueblo. Un gran ejemplo de que el arte es el reflejo del hombre en el momento en que vive.
La sorpresa que les tengo preparada es este artículo, de un maravilloso hallazgo que a mi como cinéfilo o un intento de serlo me llena de alegría y regocijo. Consejo si tienen huevos y quieren ver buen cine miren alguna producción alemana de este periodo estoy seguro que los va a maravillar. Apareció en Buenos Aires copia completa de clásico del cine Un hallazgo fundamental para la historia del cine, una copia completa del clásico de 1927 de Fritz Lang «Metrópolis» (con 25 minutos más que todas las versiones actualmente en circulación), ocurrió en el Museo del Cine de Buenos Aires, según confirmó ayer en Wiesbaden, Alemania, la Fundación Friedrich Wilhelm Murnau, encargada del patrimonio cinematográfico alemán.
Este descubrimiento permitirá conocer en su integridad, ahora, una de las diez películas capitales de la historia del cine, que además fue la primera en ser incluida por la Unesco en el « Memory of the World Register», dedicado a los títulos patrimoniales de este arte. La copia, una versión que había sido traída a la Argentina en 1927, el mismo año del estreno del film en Berlín, por la distribuidora Terra, de capitales alemanes, pertenecía a la colección del particular Manuel Peña Rodríguez, que durante las décadas del '30 y '40 jugó un gran papel en el cineclubismo argentino. Esa colección estaba en el Fondo Nacional de las Artes, y en 1987 fue depositada en el Museo porteño del cine Pablo Ducrós Hicken.
El director de Filmoteca del MALBA y ex director del Bafici, Fernando Martín Peña, fue el primero que sospechó que esa vieja copia podría ser integral, y se puso a trabajar con ella. Se trata de quince rollos de película. Las escenas recuperadas muestran, entre otras cosas, un trayecto en auto por la «Metrópolis» que Fritz Lang concibió como ciudad del futuro y la relación entre tres personajes secundarios que explican finalmente las lagunas actuales de su argumento, reemplazadas por sobretítulos.
La Fundación Murnau, que se ocupa desde hace más de 40 años de mantener el patrimonio cinematográfico alemán y que tiene los derechos de «Metrópolis», manifestó ayer a través de su presidente del directorio de curadores, Eberhard Junkersdorf, «es un descubrimiento sensacional. Con esto se podrá alcanzar el objetivo, perseguido por años, de recuperar la obra maestra de Fritz Lang y presentarla al mundo». A pesar de la mala calidad de las imágenes será posible reconstruir el mutilado film de ciencia ficción rodado entre 1925 y 1926. Según pudo saber ayer este diario, cuando la película fue enviada para su verificación en Alemania, existió una promesa de agradecimiento, por parte de la Cinemateca de Berlín, que consistirá en la restauración, sin costos para el país, de varios films mudos argentinos que se encuentran en malas condiciones en el Museo del Cine.
La productora alemana Ufa estrenó el film de Lang, luego escapado del nazismo y refugiado en los EE.UU., el 10 de enero de 1927 en Berlín sin acortar. Pero fue una de las escasas oportunidades en que se vio así. Pocos meses después la película ya sólo fue exhibida en versiones abreviadas. Según la Fundación Murnau, la película mostrada en el estreno en Berlín tenía un largo de 4.189 metros y una duración de más de dos horas. La copia encontrada en Buenos Aires tiene casi el mismo largo que la versión original y unos 700 metros más -25 minutos más- que la versión abreviada alemana y estadounidense.
Fernando Martín Peña dijo ayer que sus sospechas acerca de que la copia de «Metrópolis» que se encontraba en el Museo del Cine pertenecía a la versión completa del film fueron confirmadas por el especialista español en cine mudo alemán Luciano Berriatuba, una de las máximas autoridades en la materia. Peña viajó meses atrás a Madrid para consultar a Berriatuba, quien «se volvió loco, dijo que el hallazgo era extraordinario», según dijo, y fue el principal aval que le permitió a la directora del Museo del Cine, Paula Félix-Didier, llegar a la Fundación Murnau para verificar su autenticidad. Las cintas son negativos, reducidos a 16 milímetros, que parten de las copias en 35 mm. estrenadas en Buenos Aires por Terra en 1927.
La Fundación Murnau también recordó ayer que hubo numerosos intentos de restaurar la mítica película. Por encargo de la fundación se hizo en 2001 una restauración digital, después de que «Metrópolis» se incluyera como primera película en el registro patrimonial de la UNESCO. En la década del 80, «Metrópolis» se había reestrenado mundialmente, siempre con su metraje abreviado, en una versión que recibió muchas críticas por parte de los cinéfilos: estaba coloreada y con una banda de sonido con temas de rock, entre ellos composiciones de Queen.
Metrópolis es un filme alemán realizado por la productora UFA. Se trata de una película de ciencia ficción dirigida por Fritz Lang, cuya trama se desarrolla en una distopía urbana futurista.
Este filme fue lanzado originalmente en el año de 1927, antes de la cinematografía sonorizada. Se lo considera uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán en las artes cinematográficas.
El guión fue escrito por Fritz Lang y su esposa Thea von Harbou, inspirándose en una novela de 1926 de la misma von Harbou.
Trama
En una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior. Incitados por un robot se rebelan contra la clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie.
pero Freder (Gustav Frölich), hijo del dirigente de Metrópolis, con la ayuda de la hermosa María (Brigitte Helm) de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.
El filme se desarrolla en el año 2026, en una ciudad-estado de enormes proporciones llamada Metrópolis. La sociedad se ha dividido en dos grupos antagónicos y complementarios: una élite de propietarios y pensadores, que viven en la superficie, viendo el mundo desde los grandes rascacielos y paisajes urbanos, y una casta de trabajadores, que viven bajo la ciudad y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los de la superficie. El presidente-director de la ciudad es Johhan 'Joh' Fredersen (interpretado por el actor Alfred Abel).
Una figura carismática y pacificadora llamada María defiende la causa de los trabajadores. Pero en lugar de incitar a una revuelta, insta a los trabajadores a buscar una salida pacífica y tener paciencia, esperando la llegada del "Mediador", que unirá ambas mitades de la sociedad. El hijo de Fredersen, Freder (Gustav Fröhlich) conoce a María y queda prendado de ella.
Al seguirla sin que ésta se dé cuenta, penetra en el mundo subterráneo de los trabajadores y mira con sus propios ojos las pésimas condiciones en que éstos viven y trabajan, así como el desdén absoluto de los propietarios, que prefieren traer más trabajadores para que las máquinas no se detengan, que auxiliar a los que sufren accidentes en ellas. Asqueado por lo que ve, Freder decide unirse a la causa de María.
Sin embargo Fredersen se ha dado cuenta ya de las actividades de María, y temiendo una revuelta de los obreros, decide solicitar la ayuda del científico Rotwang (en el papel de Rudolf Klein-Rogge), quien a su vez le muestra un robot antropomorfo de su invención.
El robot creado por Rotwang puede tomar tanto la conducta como la apariencia de una persona, así que deciden suplantar a María. El robot tiene como órdenes promover los disturbios y el descontento, para así permitir a Fredersen lanzar una represión violenta contra los trabajadores. Lo que desconoce Fredersen es que el robot contiene el espíritu de Hel - la ex mujer de Rotwang, que tuvo un amorío con el dueño de la ciudad, y falleció al dar a luz a su hijo Freder -, y que Rotwang utilizará al ser máquina como instrumento de venganza contra el presidente de Metrópolis, su hijo, y toda la ciudad.
La verdadera María es hecha prisionera en la mansión de Rotwang, en Metrópolis, mientras el robot la suplanta y lanza discursos incendiarios. Además, el robot comienza a seguir las iniciativas de Rotwang en su plan de venganza, y se transforma en bailarina exótica en el prestigioso cabaret Yoshiwara, excitando y nublando la razón de los asistentes, promoviendo la discordia y la decadencia entre los jóvenes adinerados. Siguiendo los malos consejos del Robot-María, los trabajadores inician una revuelta y destruyen la "Máquina Corazón", que proporciona la energía que hace funcionar toda la demás maquinaria de Metrópolis.
La destrucción de dicha máquina también provoca que los tanques de agua de la ciudad se aneguen, e inunden el submundo de los trabajadores, quienes cegados por el discurso del robot, han descuidado la seguridad de sus hijos, quienes terminan siendo rescatados por Freder y la verdadera María. Al darse cuenta de su grave error, los trabajadores desesperados salen a la superficie en busca de su "enemiga en la ciudadela", la presunta María.
La muchedumbre invade el distrito de diversiones de la ciudad y captura a la falsa María, a la cual atan a una estaca y prenden fuego, mientras Freder observa todo y desespera. Pero pronto se dan cuenta que esa María es una impostora, al arder sus carnes falsas y quedar al descubiero el robot, y al ver a María ser perseguida por el enloquecido Rowang en los tejados de la catedral de la ciudad. Freder persigue a Rotwang, y lo enfrenta hasta que éste último se precipita del tejado hacia su muerte. María y Freder retornan a la calle y van al encuentro de Joh y Grot (líderes de la ciudad y de los trabajadores) y dejan entrever el comienzo de una nueva sociedad.
Bajo el lema "Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein" (mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón), que debe interpretarse como la necesidad de que la capacidad de amar del Ser Humano reúna a la razón y la fuerza, se reconcilian el magnate Joh Fredersen y los trabajadores de Metróplis gracias a Freder, que encarnarían los tres términos de esa ecuación: razón, trabajo y corazón.
Es importante mencionar que en esta película aparecen 15.000 extras calvos.
Contenido e interpretación
A Fritz Lang le gustaba recordar que la historia de Metrópolis nació en su viaje a América, en octubre de 1924, viendo desde su barco en la noche ante el puerto neoyorkino los rascacielos de la ciudad y las calles iluminadas. Al regresar, Thea von Harbou se pondría a trabajar en el guión.
Esta inspiración se puede relacionar con el rodaje en la materialización de las ideas visuales más que con el guión, ya que la historia estaba probablemente muy perfilada en julio de 1924. Von Harbou escribió así mismo una novela que se basó en la trama de la película.
En la representeación del orden social, Metrópolis se apoya por un lado en el marxismo: hay dos clases sociales claramente diferenciadas y separadas, en las que una explota a la otra sin que haya posibilidades de medrar. La “alienación del trabajo“ podría relacionarse con que haya algunas máquinas sin una utilidad reconocible. Por otro lado también se critica el ideal de revolución socialista.
El personaje del Robot María, representado claramente como malvada, lanza a los trabajadores a la lucha, y como resultado destrozan su medio y sustento, empeorando su situación en lugar de mejorarla. La colaboración entre clases sociales, en lugar de la lucha de clases, recuerda sin embargo al nacionalsocialismo y su ideología, pues era la estructura económica corporativista que defendía el programa del Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores de Alemania (NSDAP).
La parábola de
Lang dio a entender más tarde que la idea del corazón como mediador entre la mano (la fuerza del trabajo) y el cerebro (la capacidad directora de la sociedad) era falsa y que por ello ya no le gustaba esta película. Tras esta opinión se escondía la situación social que se vivía y no un conflicto de orden moral.
Aunque la tésis central del cerebro, la mano y el corazón pertenece a Thea von Harbou, él era responsable de la misma, al menos en parte, como director de la película que era. Lang, en realidad, estaba mucho más interesado en los aspectos técnicos y arquitectónicos del film que en el trasfondo político de la trama.
El discreto éxito de la película entre el público de aquellos años también puede explicarse por ello, ya que la imagen social desarrollada en la historia se opone a las a penas cuestionadas creencias en el progreso que se tenían entonces.
El género de ciencia-ficción del cine mudo presenta la utopía, por lo general, en positivo, mientras que Lang recurre a la esclavización de los tiempos bíblicos para representar el futuro. Las monumentales máquinas de la ciudad subterránea proporcionan a las clases bajas una vida indigna, la masa humana es fácilmente manipulabe y se practican ritos medievales como la quema de brujas.
Arquitectura en la película
Metrópolis es una ciudad de rascacielos cuya arquitectura recuerda a la de las ciudades más modernas de entonces, principalmente Nueva York, aunque la arquitectura de rascacielos surge en la escuela de Chicago.
Entre los edificios se enmarañan las avenidas y las líneas de ferrocarril. Los edificios de la ciudad de la superficie son de una estructura majestuosa mientras que la ciudad subterránea de los trabajadores resulta más sencilla, lacónica y sombría.
Entre estos dos espacios básicos existen lugares con una arquitectura propia y característica. En la ciudad superficial está la catedral, de lineas góticas, y la casa de Rottwang, un edificio antiguo, también de aires medievales, que se asemeja más al taller de un alquimista que al laboratorio de un científico; Lang y von Harbou acordaron reconducir la idea original de proporcionarle a Rottwang capacidades mágicas.
Además en la ciudad de la superficie hay un jardín que simboliza lo idílico de la vida para los directores de la ciudad y un barrio del pecado retratado con arquitecturas orientales, tradicionalemente asociadas a lo exótico, lo sensorial y, desde ahí, a lo pecaminoso.
En la ciudad subterránea se distingue además una zona de lo clandestino asociada con los espacios cavernosos donde la alegoría de la salvación de los trabajadores se representa mediante la imagen de los cristianos escondidos en las catacumbas durante los tiempos de su persecución.
El Pela pide silencio !!