miércoles, 17 de septiembre de 2008

'Postal': Uwe Boll se ríe de sí mismo y de todo el mundo

¿Tanto me aburro que veo películas de Uwe Boll sabiendo que van a ser malas? ¿Tan masoquista soy? Pues parece que sí, o lo uno o lo otro, no sabría decir. El caso es que, desde que me hizo tanta gracia House of the Dead, me agarre la costumbre. (Por cierto, resulta que House of the Deadtiene ahora una versión de risa. Me pregunto en qué consistirá: si será simplemente la misma película, pero con una carátula en la que dice que es una comedia o si habrán cambiado algo). La conclusión es que el dr. Boll demuestra con ella y con la que me ocupa que hace mucha más gracia cuando no lo intenta.

Postales una locura que alterna la parodia con el humor de películas de instituto y en la que el propio Boll tiene su aparición. Como sabrán, está basada en el videojuego homónimo, que es un “shooter” con un argumento similar al de Un día de furia. Según eso, debería haber muchos tiros y mucha acción, pero el director sustituye esto por una trama que cree que le da pie a crear momentos graciosos.

Gracias a que Boll no tiene pelos en la lengua —como habrán podido comprobar si han escuchado alguna entrevista—, el humor políticamente incorrecto que encontramos en Postales brutal y sin concesiones. Si estos mismos chistes los hiciese alguno de esos cómicos norteamericanos que se consideran hoy en día tan ácidos y atrevidos, recibirían el aplauso unánime de sus seguidores.


Pero descoloca un poco que los haga Uwe. En concreto todas estas bromas brutas y pasadas sí tienen gracia. Como muestra sirve el prólogo de la película, que se ríe de la religión musulmana y de la resignación que tienen los terroristas árabes a morir por Alá. Aunque es demasiado larga, esta secuencia sobre el 11 S es muy graciosa. E igualmente buenos son algunos de los chistes que hay más adelante en Postal.

Sin embargo, no encontramos, por supuesto, con el problema de siempre en los films del alemán: el ritmo. La película carece absolutamente de ritmo y, si ya esa primera secuencia se hace larga, las que vienen después son eternas. Durante la mayor parte del tiempo, se contempla el film con estupor viendo cómo a Uwe Boll se le va la olla cada vez más y sólo muy de vez en cuando nos encontramos con uno de esos momentos divertidos. Los montajes de las películas del dr. Boll son su punto más bajo, ya lo sabíamos, pero aquí nos reafirmamos en esta realidad. Como decía, la acción llega muy al final y hay muy poca, además, está rodada también en broma, por lo que se queda bastante simplona.

Por lo menos no ocurre como en todas las demás, es decir, que nos perdemos en la trama y de repente están pasando cosas que no se entienden. Aquí todo es comprensible, salvo algún detalle, pero esto se debe a que hay dos versiones y una de ellas tiene escenas cortadas.

Boll tiene sentido del humor y ya había intentado hacer comedias antes de convertirse en un nombre conocido, pero repito que es preferible reírse de él que con él. Y parece ser que él mismo lo sabe, pues en Postalincluye una aparición suya haciendo de sí mismo –el acento no es fingido— en la que pone en boca de sus personajes las acusaciones que le ha dirigido la prensa y contesta que son ciertas sin mayor pudor. Ésta es una forma de reírse de quienes lo difaman.

SPOILER: Por ejemplo, afirma que financia sus películas con oro nazi y le paga a su estrella invitada con unos cuantos dientes de oro. También se mofa de las acusaciones que le hacen de destrozar los videojuegos. Para ello, invita al creador de Postal a hacer su cameo, se pelea con él y luego declara que odia los videojuegos antes de recibir un tiro en salva sea la parte. Ah, se me olvidaba: todo esto, vestido de tirolés. FIN DEL SPOILER

Por lo tanto, Postales una película que crea cuatro o cinco momentos de risa y una hora y media de estupefacción. Los chistes que son buenos, son muy buenos, pero están incluidos en una trama de la que decir que no tiene pies ni cabeza sería quedarse corta.


Trailer:




sencillamente... Pablo

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