Una de las antiquisimas historietas argentinas que han perdurado en el tiempo a pesar de haberse dejado de hacer en 1977. Hoy en la actualidad en los quioscos se sigue consiguiendo (claro... las re-ediciones). En cada viaje que hacia a Buenos Aires era un clásico (al menos mio) de comprar para el viaje la revistita de "Patoruzu", entre otras más (como "Patoruzito", "Isidoro", "Condorito", "Mafalda"... y bue.. podría seguir por un buen rato !!!). Buenos Aires era medio aburrido para mi, asi que tenía que tener artilleria de lectura !! jajaja.. Me dejo de hablar pabadas y vamos a hablar del "Cacique"...
Primera aparición:
El indio Patoruzú hizo su debut (como se ha dado otras veces con importantes personajes de historieta) con un papel secundario en otra tira. Dante Quinterno, su creador, publicaba en el diario Crítica, desde el 24 de Agosto de 1927, la tira "Un porteño optimista". Esta historieta cambió su nombre, en Julio de 1928, por “Aventuras de Don Gil Contento”, cuyo protagonista era el personaje homónimo. El 18 de octubre de 1928 el diario Crítica anunció: "mañana debuta el indio Curugua-Curiguagüigua". El día 19 apareció el nuevo personaje, el último indio tehuelche, venido de la Patagonia. Es rebautizado (recomendado al autor ante lo dificultoso del nombre) por el propio Don Gil como “Patoruzú” (click aquí).
El nombre derivaba de una golosina de la época llamada Pasta de Orozú. Según el relato, Patoruzú, último Cacique de los Tehuelches Gigantes, llega a Buenos Aires desde la Patagonia, acompañado de su ñandú "Carmela", para vivir en la casa de Don Gil Contento, cuyo difunto tío era tutor de Patoruzú. Don Gil dedica la mayor parte de las 17 viñetas de este primer número a explicarle el funcionamiento de la luz eléctrica, el transporte público y los modales en la mesa, pero, al enterarse de que Patoruzú posee, además de su mascota, una bolsa con monedas de oro, intenta quedarse con ellas, explicándole que en Buenos Aires "no sirven para nada". Fallido su intento, se lamenta que el oro esté en manos de semejante ignorante. Poco más pudo desarrollar Quinterno, ya que el 21 de Octubre, la tira fue cancelada, pero este primer episodio anticipaba mucho de la trama venidera.
Segunda aparición:
Tras su alejamiento de Crítica, Quinterno dejó de lado por un tiempo al personaje del indio, y retomó, a fines de 1928, la figura del porteño tramposo, fanfarrón y aprovechador con Julián de Montepío. El 27 de septiembre de 1930 retomó, repitiéndola casi cuadro por cuadro, la historia de Patoruzú y Don Gil. Explicó ese día el diario "La Razón" lo siguiente: "He aquí que, de la noche a la mañana, Julián se encuentra apadrinando a un indio del sur, por virtud de una curiosa herencia de un tío de nuestro héroe, el finado Rudecindo. El indio Patoruzú es el último vástago de la tribu de los Tehuelches e hijo de un rico cacique de la Patagonia quien, al morir, deja al huérfano en las manos del Tío Rudecindo. Este, a su vez, sintiéndose cadáver, envía a Buenos Aires al indio ingenuo y lleno de oro, bajo la tutela de Julián". Es entonces que el indio viene ahora a Buenos Aires enviado por el difunto Rudesindo, tío de Julián (ver tira), y nuevamente en compañía de un ñandú, aunque ahora cambia el sexo del animal (en este caso es macho, y se llama "Lorenzo").
La imagen gráfica es similar a la que presentara Crítica, con Patoruzú bajando del tren carguero, acompañado por su ñandú, pero con una gran diferencia: Patoruzú ya es inmensamente rico en oro, metal que posee entre sus cualidades la de no devaluar jamás su valor. Una carta de su tío explica la situación a Julián, parte de la cual decía “…un indio güenazo, hijo de un difunto cacique tehuelche amigo mío, pa' que lo sigas apadrinando... Tratalo como a un hermano y civilizalo, si podés. Tené en cuenta que es un indio jovencito y muy rico, hablando en plata”. Como Patoruzú porta su fortuna en forma de pepitas de oro, suscitan la codicia de Julián y desarrollan una trama casi idéntica a la original. Al ver la fortuna de su ahijado, Julián decide apropiarse de ella, haciéndole creer a Patoruzú que las pepitas están embrujadas. El indio ya está convencido, cuando la inesperada aparición de uno de los peones del Tío Rudecindo (que le explica el verdadero valor de las monedas) lo salva de las maléficas maquinaciones de su padrino.
La historieta tuvo mejor fortuna que su predecesora, y Patoruzú formaría parte del elenco de Julián de Montepío durante más de un año, cobrando cada vez más protagonismo. Poco a poco el indio fue asentándose como protagonista de la tira, debido sobre todo al éxito que su figura fue alcanzando entre la gente. Irremediablemente, Julián se vió relegado a un segundo plano, y la tira fue rebautizada, en forma definitiva, como "Patoruzú", quien pasó a encabezar la tira el 11 de diciembre de 1931. Aún no sería el Patoruzú que pasaría a la historia, y ya no lo acompañaría Lorenzo, quien perdería la vida asado accidentalmente en una rotisería, pero sí se haría cada vez más conocido.
Primera aparición:
El indio Patoruzú hizo su debut (como se ha dado otras veces con importantes personajes de historieta) con un papel secundario en otra tira. Dante Quinterno, su creador, publicaba en el diario Crítica, desde el 24 de Agosto de 1927, la tira "Un porteño optimista". Esta historieta cambió su nombre, en Julio de 1928, por “Aventuras de Don Gil Contento”, cuyo protagonista era el personaje homónimo. El 18 de octubre de 1928 el diario Crítica anunció: "mañana debuta el indio Curugua-Curiguagüigua". El día 19 apareció el nuevo personaje, el último indio tehuelche, venido de la Patagonia. Es rebautizado (recomendado al autor ante lo dificultoso del nombre) por el propio Don Gil como “Patoruzú” (click aquí).
El nombre derivaba de una golosina de la época llamada Pasta de Orozú. Según el relato, Patoruzú, último Cacique de los Tehuelches Gigantes, llega a Buenos Aires desde la Patagonia, acompañado de su ñandú "Carmela", para vivir en la casa de Don Gil Contento, cuyo difunto tío era tutor de Patoruzú. Don Gil dedica la mayor parte de las 17 viñetas de este primer número a explicarle el funcionamiento de la luz eléctrica, el transporte público y los modales en la mesa, pero, al enterarse de que Patoruzú posee, además de su mascota, una bolsa con monedas de oro, intenta quedarse con ellas, explicándole que en Buenos Aires "no sirven para nada". Fallido su intento, se lamenta que el oro esté en manos de semejante ignorante. Poco más pudo desarrollar Quinterno, ya que el 21 de Octubre, la tira fue cancelada, pero este primer episodio anticipaba mucho de la trama venidera.
Segunda aparición:
Tras su alejamiento de Crítica, Quinterno dejó de lado por un tiempo al personaje del indio, y retomó, a fines de 1928, la figura del porteño tramposo, fanfarrón y aprovechador con Julián de Montepío. El 27 de septiembre de 1930 retomó, repitiéndola casi cuadro por cuadro, la historia de Patoruzú y Don Gil. Explicó ese día el diario "La Razón" lo siguiente: "He aquí que, de la noche a la mañana, Julián se encuentra apadrinando a un indio del sur, por virtud de una curiosa herencia de un tío de nuestro héroe, el finado Rudecindo. El indio Patoruzú es el último vástago de la tribu de los Tehuelches e hijo de un rico cacique de la Patagonia quien, al morir, deja al huérfano en las manos del Tío Rudecindo. Este, a su vez, sintiéndose cadáver, envía a Buenos Aires al indio ingenuo y lleno de oro, bajo la tutela de Julián". Es entonces que el indio viene ahora a Buenos Aires enviado por el difunto Rudesindo, tío de Julián (ver tira), y nuevamente en compañía de un ñandú, aunque ahora cambia el sexo del animal (en este caso es macho, y se llama "Lorenzo").
La imagen gráfica es similar a la que presentara Crítica, con Patoruzú bajando del tren carguero, acompañado por su ñandú, pero con una gran diferencia: Patoruzú ya es inmensamente rico en oro, metal que posee entre sus cualidades la de no devaluar jamás su valor. Una carta de su tío explica la situación a Julián, parte de la cual decía “…un indio güenazo, hijo de un difunto cacique tehuelche amigo mío, pa' que lo sigas apadrinando... Tratalo como a un hermano y civilizalo, si podés. Tené en cuenta que es un indio jovencito y muy rico, hablando en plata”. Como Patoruzú porta su fortuna en forma de pepitas de oro, suscitan la codicia de Julián y desarrollan una trama casi idéntica a la original. Al ver la fortuna de su ahijado, Julián decide apropiarse de ella, haciéndole creer a Patoruzú que las pepitas están embrujadas. El indio ya está convencido, cuando la inesperada aparición de uno de los peones del Tío Rudecindo (que le explica el verdadero valor de las monedas) lo salva de las maléficas maquinaciones de su padrino.
La historieta tuvo mejor fortuna que su predecesora, y Patoruzú formaría parte del elenco de Julián de Montepío durante más de un año, cobrando cada vez más protagonismo. Poco a poco el indio fue asentándose como protagonista de la tira, debido sobre todo al éxito que su figura fue alcanzando entre la gente. Irremediablemente, Julián se vió relegado a un segundo plano, y la tira fue rebautizada, en forma definitiva, como "Patoruzú", quien pasó a encabezar la tira el 11 de diciembre de 1931. Aún no sería el Patoruzú que pasaría a la historia, y ya no lo acompañaría Lorenzo, quien perdería la vida asado accidentalmente en una rotisería, pero sí se haría cada vez más conocido.
La evolución del personaje:
En 1933 Quinterno viajó a los Estados Unidos por negocios; trabó contacto con los Estudios Disney, con los que colaboraría más tarde, y conoció el sistema de sindicación de los dibujantes que dominaba el mercado estadounidense de tiras diarias. Esto lo movió a fundar el primer sindicato de historietas en Argentina, con la intención de proteger a Patoruzú (personaje que ya hacía “estragos” en La Razón), y a la otra tira que desarrollaba paralelamente, Isidoro Batacazo (en este caso en el matutino "El Mundo", el mismo diario que en los años '60 publicaría a "Mafalda"). El objetivo de Quinterno era pasar a tomar el dominio intelectual y económico sobre su obra. La Razón no vio de buen grado las exigencias de Quinterno sobre la propiedad intelectual, y se produjeron entonces serias desavenencias entre ambos. En diciembre de 1935 éste abandonó el mencionado vespertino, llevando a Patoruzú a las páginas de El Mundo. Quedaban sólo las tiras viejas de Julián de Montepío reimprimiéndose en La Razón como único recuerdo. Patoruzú desplazó a Isidoro Batacazo, pero el ingenio de Quinterno recuperó la figura de éste, combinándola con Julián de Montepío, y dando así origen a otro de sus personajes más duraderos: Isidoro Cañones. A través de Isidoro, Quinterno reelaboró por segunda y última vez el origen del indio. La nueva historia cuenta que Patoruzú aparece como espectador en un circo que dirige Isidoro, y termina provocando una enorme conmoción al vencer con su fuerza sobrenatural al luchador gitano Juaniyo (click aquí para ver una escena de la pelea). Isidoro termina apadrinando al indio antes de ganar su apellido definitivo (Cañones). El padrino Isidoro, a pesar de ser un aprovechador, es de buen corazón, y pasa a ser compañero inseparable del indio.
La consolidación del personaje: Con la mudanza del personaje al diario “El Mundo”, Patoruzú penetró en su época dorada gracias al estilizado estilo de su autor, poseedor de una expresividad gestual simple y limpia, un excelente diseño de personajes y un vibrante pulso narrativo apegado a la deformación caricaturesca pero de profunda aplicación dramática. Simultáneamente, los argumentos se apartan del humor autocontenido para comenzar desarrollar historias seriadas a través de múltiples episodios, y con un adecuado toque costumbrista, una exageración cuasi-superheroica y algunos ejemplos de grandilocuencia épica que la serie no abandonará jamás. Es en este fértil terreno donde germinan las más logradas aventuras del cacique y su particular galería de personajes secundarios, ya que la fisonomía de Patoruzú se consolidó, y comenzaron a aparecer otras figuras recurrentes (click aquí). Para 1936 la popularidad de la tira era inmensa, y se publicarían los primeros números en color en el semanario Mundo Argentino, que le dedicaba una página en cada número, y numerosos periódicos del interior del país comenzaron a publicar la serie. Así, en Noviembre de ese año, llegaría la "Revista Patoruzú", uno de los grandes hitos del humor gráfico en la Argentina. Recién en el año 1937 se revelaría, en Patoruzú, su carácter de poderoso estanciero. Las nuevas tiras tienen, entonces, como base, el siguiente argumento: "Patoruzú es un millonario cacique Tehuelche, que reparte su tiempo entre su estancia patagónica y la ciudad; de carácter inocente y bondadoso, se ve envuelto en distintas aventuras por su padrino, Isidoro, siempre tratando de lucrar a costa de su ahijado". Dante Quinterno volcó en el cacique tehuelche la idealización de valores muy concretos: la nobleza, la abnegación, la generosidad, una amplia dosis de inocencia y el patriotismo extremo.
Siempre persiguiendo el bien, Patoruzú tiene una moral inquebrantable. Dueño de varias estancias de incalculable extensión en la Patagonia, y, siempre con una pila de "patacones" en el bolsillo, la generosidad del indio resulta inagotable. En sus andanzas, Patoruzú enfrenta a todo tipo de malhechores, para lo que está dotado de una fuerza y agilidad sobrehumanas (click aquí). Tan sobrenatural como su fuerza es su integridad; aunque tarde en percibir los engaños, una vez descubiertos persigue a los culpables (que muchas veces son estafadores y tramposos que intentan abusar de su fortuna) con una intensidad avasallante, y coopera con frecuencia con la policía. Al mismo tiempo nos enteramos de la insólita ascendencia egipcio-patagónica de Patoruzú, cuyo árbol genealógico fue tema de una de sus primeras historietas. Al respecto cabe destacar un elemento, Patoruzú es solamente la segunda generación americana de su estirpe. Él desciende de Patoruzek I, un joven faraón egipcio descendiente a su vez de Pasametic III de la 27° dinastía. Patoruzek I se enamoró de una princesa Napata, Patora la Tuerta, llamada así por un tic en su ojo izquierdo. El primer hijo del faraón, Patoruzek II, durante una misteriosa crecida del río Nilo, y tras una peculiar batalla a orillas del mismo, se extravió con su nave y terminó en la Patagonia. De él desciende Patoruzú I, "el Tata", cacique Tehuelche y padre de Patoruzú y de sus hermanos Upa y Patora. La singular circunstancia de que un tehuelche (una etnia virtualmente exterminada por la campaña del Desierto emprendida a fines del siglo XIX por el general Roca, que los privó de sus tierras) sea a la vez un rico estanciero carece de explicación en la historia, pero eso es lo de menos.
En 1933 Quinterno viajó a los Estados Unidos por negocios; trabó contacto con los Estudios Disney, con los que colaboraría más tarde, y conoció el sistema de sindicación de los dibujantes que dominaba el mercado estadounidense de tiras diarias. Esto lo movió a fundar el primer sindicato de historietas en Argentina, con la intención de proteger a Patoruzú (personaje que ya hacía “estragos” en La Razón), y a la otra tira que desarrollaba paralelamente, Isidoro Batacazo (en este caso en el matutino "El Mundo", el mismo diario que en los años '60 publicaría a "Mafalda"). El objetivo de Quinterno era pasar a tomar el dominio intelectual y económico sobre su obra. La Razón no vio de buen grado las exigencias de Quinterno sobre la propiedad intelectual, y se produjeron entonces serias desavenencias entre ambos. En diciembre de 1935 éste abandonó el mencionado vespertino, llevando a Patoruzú a las páginas de El Mundo. Quedaban sólo las tiras viejas de Julián de Montepío reimprimiéndose en La Razón como único recuerdo. Patoruzú desplazó a Isidoro Batacazo, pero el ingenio de Quinterno recuperó la figura de éste, combinándola con Julián de Montepío, y dando así origen a otro de sus personajes más duraderos: Isidoro Cañones. A través de Isidoro, Quinterno reelaboró por segunda y última vez el origen del indio. La nueva historia cuenta que Patoruzú aparece como espectador en un circo que dirige Isidoro, y termina provocando una enorme conmoción al vencer con su fuerza sobrenatural al luchador gitano Juaniyo (click aquí para ver una escena de la pelea). Isidoro termina apadrinando al indio antes de ganar su apellido definitivo (Cañones). El padrino Isidoro, a pesar de ser un aprovechador, es de buen corazón, y pasa a ser compañero inseparable del indio.
La consolidación del personaje: Con la mudanza del personaje al diario “El Mundo”, Patoruzú penetró en su época dorada gracias al estilizado estilo de su autor, poseedor de una expresividad gestual simple y limpia, un excelente diseño de personajes y un vibrante pulso narrativo apegado a la deformación caricaturesca pero de profunda aplicación dramática. Simultáneamente, los argumentos se apartan del humor autocontenido para comenzar desarrollar historias seriadas a través de múltiples episodios, y con un adecuado toque costumbrista, una exageración cuasi-superheroica y algunos ejemplos de grandilocuencia épica que la serie no abandonará jamás. Es en este fértil terreno donde germinan las más logradas aventuras del cacique y su particular galería de personajes secundarios, ya que la fisonomía de Patoruzú se consolidó, y comenzaron a aparecer otras figuras recurrentes (click aquí). Para 1936 la popularidad de la tira era inmensa, y se publicarían los primeros números en color en el semanario Mundo Argentino, que le dedicaba una página en cada número, y numerosos periódicos del interior del país comenzaron a publicar la serie. Así, en Noviembre de ese año, llegaría la "Revista Patoruzú", uno de los grandes hitos del humor gráfico en la Argentina. Recién en el año 1937 se revelaría, en Patoruzú, su carácter de poderoso estanciero. Las nuevas tiras tienen, entonces, como base, el siguiente argumento: "Patoruzú es un millonario cacique Tehuelche, que reparte su tiempo entre su estancia patagónica y la ciudad; de carácter inocente y bondadoso, se ve envuelto en distintas aventuras por su padrino, Isidoro, siempre tratando de lucrar a costa de su ahijado". Dante Quinterno volcó en el cacique tehuelche la idealización de valores muy concretos: la nobleza, la abnegación, la generosidad, una amplia dosis de inocencia y el patriotismo extremo.
Siempre persiguiendo el bien, Patoruzú tiene una moral inquebrantable. Dueño de varias estancias de incalculable extensión en la Patagonia, y, siempre con una pila de "patacones" en el bolsillo, la generosidad del indio resulta inagotable. En sus andanzas, Patoruzú enfrenta a todo tipo de malhechores, para lo que está dotado de una fuerza y agilidad sobrehumanas (click aquí). Tan sobrenatural como su fuerza es su integridad; aunque tarde en percibir los engaños, una vez descubiertos persigue a los culpables (que muchas veces son estafadores y tramposos que intentan abusar de su fortuna) con una intensidad avasallante, y coopera con frecuencia con la policía. Al mismo tiempo nos enteramos de la insólita ascendencia egipcio-patagónica de Patoruzú, cuyo árbol genealógico fue tema de una de sus primeras historietas. Al respecto cabe destacar un elemento, Patoruzú es solamente la segunda generación americana de su estirpe. Él desciende de Patoruzek I, un joven faraón egipcio descendiente a su vez de Pasametic III de la 27° dinastía. Patoruzek I se enamoró de una princesa Napata, Patora la Tuerta, llamada así por un tic en su ojo izquierdo. El primer hijo del faraón, Patoruzek II, durante una misteriosa crecida del río Nilo, y tras una peculiar batalla a orillas del mismo, se extravió con su nave y terminó en la Patagonia. De él desciende Patoruzú I, "el Tata", cacique Tehuelche y padre de Patoruzú y de sus hermanos Upa y Patora. La singular circunstancia de que un tehuelche (una etnia virtualmente exterminada por la campaña del Desierto emprendida a fines del siglo XIX por el general Roca, que los privó de sus tierras) sea a la vez un rico estanciero carece de explicación en la historia, pero eso es lo de menos.
Otros aspectos para destacar: Siendo un personaje inocente, ingenuo, noble y bonachón, la creación de Dante Quinterno fue también la de más extensa publicación. Las historietas de Patoruzú eran realizadas por un equipo de artistas siguiendo las instrucciones de Dante Quinterno; dos de los principales colaboradores fueron Tulio Lovato (en los dibujos) y Laura Quinterno, la hermana de Dante, en los guiones. Así, Patoruzú se convirtió en una suerte de "superhéroe" de la historieta nacional, y en uno de los más famosos, importantes e influyentes personajes de la historieta argentina. Es más, Patoruzú es el más antiguo de los superhéroes de fama mundial. Aunque sin superpoderes (salvo su fuerza), Patoruzú siempre superó los límites de lo humano, y combatió el "mal" mucho antes que Batman o Superman. No tenía las mismas motivaciones, pero era un Don Quijote con todas las virtudes humanas, con un Sancho Panza (Isidoro) que carecía de su valentía y sus valores (era egoísta, cobarde, agresivo con los débiles y su codicia lo metía en problemas constantemente). Se dijo una vez que la permanente lucha, de Patoruzú, contra el mal, y en favor de los débiles, puede sintetizarse en un grito de triunfo que ya tiene su marca registrada: ¡Huija, canejo!".
Además de las revistas, hubo otros hitos importantes en la vida de Patoruzú, como su aparición en el cine, como dibujo animado, en 1942, o la publicación como tira, en el diario PM, de Nueva York (Estados Unidos), entre 1941 y 1948. En ese país, en 1946, se editarían dos "comics books" con el título "The adventures of Patoruzú" (click aquí para ver la portada del primero de ellos), a cargo de la editorial Green Publishing. Por otra parte, en 1945 se produciría el desprendimiento de "Patoruzito". También vale destacar que el sindicato de Quinterno abordó, inspirado en sus homólogos estadounidenses, la comercialización de licencias publicitarias de la figura de Patoruzú, quien apareció en almanaques, juguetes, muñecos y seriales radiofónicos. Casi que irónicamente, la figura del cacique se lució, en 1992, como mascota oficial de la muestra homenaje al Quinto centenario del descubrimiento de América. A la derecha vemos el logo de la celebración del 75º aniversario de Patoruzú; fue con motivo de la "Exposición retrospectiva de la obra de Dante Quinterno", celebrada en el Espacio Historieta del Centro Cultural Recoleta, en Buenos Aires, entre el 17 de octubre y el 23 de noviembre de 2003.
me ayude para armar este post desde esta linda página. Las imagenes saque de aca y desde aqui.
Ahora dejo unas descargas de revistas del Cacique Tehuelche que tome prestados de esta otra linda página.
Además de las revistas, hubo otros hitos importantes en la vida de Patoruzú, como su aparición en el cine, como dibujo animado, en 1942, o la publicación como tira, en el diario PM, de Nueva York (Estados Unidos), entre 1941 y 1948. En ese país, en 1946, se editarían dos "comics books" con el título "The adventures of Patoruzú" (click aquí para ver la portada del primero de ellos), a cargo de la editorial Green Publishing. Por otra parte, en 1945 se produciría el desprendimiento de "Patoruzito". También vale destacar que el sindicato de Quinterno abordó, inspirado en sus homólogos estadounidenses, la comercialización de licencias publicitarias de la figura de Patoruzú, quien apareció en almanaques, juguetes, muñecos y seriales radiofónicos. Casi que irónicamente, la figura del cacique se lució, en 1992, como mascota oficial de la muestra homenaje al Quinto centenario del descubrimiento de América. A la derecha vemos el logo de la celebración del 75º aniversario de Patoruzú; fue con motivo de la "Exposición retrospectiva de la obra de Dante Quinterno", celebrada en el Espacio Historieta del Centro Cultural Recoleta, en Buenos Aires, entre el 17 de octubre y el 23 de noviembre de 2003.
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Ahora dejo unas descargas de revistas del Cacique Tehuelche que tome prestados de esta otra linda página.
Libro De Oro De Paturuzú De 1969
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Paturuzú Semanario De 1936
no es mucho... pero se van a entretender un buen rato che !!!
Sencillamente... Pablo
Sencillamente... Pablo
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