Henrique VIII es una figura capital en la historia de Inglaterra y, por extensión, en la de Europa entera. Conocido popularmente por su afición a decapitar esposas y a contagiar enfermedades venéreas varias a sus múltiples “mistresses”, el segundo de los monarcas Tudor se atrevió a romper relaciones con la, en aquel momento, Iglesia única de Europa transformando su país no sólo en el plano religioso, sino también en el político, económico y legal.
Es gracias a él que los ingleses comienzan a sentirse diferentes (y hasta hace poco superiores) a los habitantes de la decadente vieja dama continental, diferencia que aún a día de hoy los hace rechazar la moneda de la UE o conducir por el lado contrario a la gente de bien.
¿Qué esperar pues de una película que convierte la corte de los Tudor en un lupanar de lozanas muchachas nobles deseando ganarse los favores (sexuales) del rey y al propio Enrique VIII en un pelele incapaz de enfrentarse a una mujer que le es tan inferior en posición?
Nada bueno, nada bueno… “Las hermanas Bolena” peca en exceso del tan contemporáneo vicio de “humanizar” cualquier personaje que pueda oler un poco a héroe, y créanme cuando les digo que hoy en día “humanizar” equivale irremediablemente a rebajar a los personajes.
¿Realmente fue de una manera tan superficial? ¿Por un polvo? ¿No había amor ninguno?
No encaja en absoluto que, con las neuronas entre las piernas, el monarca tan sólo quisiera acostarse con ella, para después matarla, poniendo como excusa un falso incesto.
La teoría más aceptada es que todo fue causa de conspiraciones políticas, para entablar relaciones con la corona española, donde no aceptaban en absoluto a la mayor de las Bolena. Y esto es completamente obviado en el filme: no es que quisiera una clase magistral de historia, pero deja la historia sin pies ni cabeza.
Como ya he comentado, lo mejor del filme es el duelo entre Natalie Portman y Scarlett Johansson, aunque, en mi opinión, esta última tiene un papel mucho menos agradecido, pareciendo muchas veces más tonta que buena.
Portman, sin embargo, con Ana Bolena como bandera, borda su interpretación de mujer fría, calculadora y con una ambición sin fin, quedando perfectamente claro que, pese a quien le pese, ella tiene sus propios planes y no dejará que nadie decida su destino.
Eric Bana pasa sin pena ni gloria: primero triste, luego tierno y después completamente estúpido. No sé si ese era el plan que tenía Justin Chadwick para la interpretación del monarca, pero esto es lo que ha parecido. Esto es lo que más se echa en falta en la película: desarrollar la historia, así como los personajes.
Conclusión: Película correcta técnicamente, guión flojo y la pasibilidad de ver a las dos diosas de la pantalla actual. A las cuales guardo un lugar importante en mi corazón.
Trailers
el pela...
0 Desenterradores de huesos:
Publicar un comentario